Mi práctica profesional, se alinea y encuadra con los principios de la “Educación Sexual Integral” (ESI).

Desde un abordaje integral, multidisciplinario y multidimensional promuevo el autoconocimiento, el respeto por el propio cuerpo, la autonomía de cada persona y su capacidad para tomar decisiones con consentimiento informado.

Acompaño a las personas, en su propio camino, hacia una sexualidad saludable, placentera, consciente y plena, dentro de un marco de inclusión, diversidad y respeto.

Entendiendo la sexualidad como una dimensión inherente a la vida misma, atravesada por conflictos, pero también por deseos. Desde esta perspectiva, decir sexualidad es contemplar procesos, etapas, vínculos y condicionamientos sociales, económicos, históricos y culturales.

Contemplo lo social en su pluralidad y diversidad. Reconociendo y valorando la multiplicidad de identidades, tipos de familia, orientaciones sexuales, expresiones de género, culturas y creencias.

Entiendo que cada ser tiene, experiencias únicas de la sexualidad, a lo largo de sus etapas y procesos, siendo fundamental proporcionarles un espacio seguro y libre de prejuicios, donde todas las voces sean escuchadas y respetadas.

Contribuyendo así a la construcción de sociedades más inclusivas, justas y equitativas.

Los derechos no se reducen a las leyes que los consagran. Se trata, además de hacerlos prácticas cotidianas.

Desde mis diferentes roles y servicios, fomento que el ejercicio de los derechos médicos, del paciente, sexuales y reproductivos sean una realidad.

Defiendo el derecho de cada persona a vivir su sexualidad y cuidar su salud de manera libre y autónoma, sin discriminación ni violencia, respetando siempre su dignidad.

Esto significa que las acompaño, proporcionándoles información clara y ofreciéndoles apoyo y ayuda cuando enfrentan discriminación, violencia o situaciones donde sus derechos son vulnerados.

Además, la ESI es en sí misma un derecho que debe ser garantizado.

Promuevo la comprensión y valoración de la afectividad como parte integral de la experiencia humana, resaltando su influencia en la toma de decisiones y en el bienestar emocional de las personas.

En mis propuestas, fomento un ambiente donde se reconozca la diversidad de expresiones afectivas y se respeten las diferentes formas de relacionarse y de experimentar el amor y el deseo.

Esto implica crear las condiciones para el desarrollo de relaciones saludables, basadas en la confianza, el respeto mutuo, la comunicación abierta y la empatía.

Aspecto fundamental de mi abordaje.

Reconociendo la importancia de la (re)conexión con la sabiduría de nuestros cuerpos, escuchando y honrando las señales que el cuerpo nos envía.

Comprendiendo que el cuerpo es portador de una sabiduría que guía nuestras acciones y decisiones en búsqueda de equilibrio, placer y armonía.

Impulsando la conexión entre el cuerpo, la mente y el espíritu para alcanzar un bienestar general.

Desde aquí, el cuerpo no es un mero conjunto de órganos, que puede ser explicado biológicamente. Es parte de nuestras subjetividades: biográficas, condiciones materiales y económicas, condicionantes sociales, culturales e históricos.

Desde esta perspectiva, promuevo la igualdad de género y la inclusión de todas las identidades y expresiones, trabajando para eliminar estereotipos y prejuicios relacionados con el género.

Concibiendo la noción de género como relaciones sociales de poder que son constitutivas de cualquier vínculo. Esto quiere decir que el concepto de género es relacional.

En mi práctica, brindo espacios seguros y libres de discriminación y juicios, donde se respetan los derechos y la autonomía de cada ser, independientemente de su identidad de género.

Promuevo prácticas de autocuidado y bienestar que no solo se centran en la prevención de enfermedades, sino también, en la promoción de la salud integral y el empoderamiento de las personas, en la gestión de su propia salud y sus propios procesos sexuales.

Este eje se refiere a la prevención y reducción de intervenciones médicas innecesarias o perjudiciales. Aquellas que no han demostrado eficacia, tienen una efectividad escasa o dudosa, o no son prioritarias.

En lugar de enfocarme únicamente en tratar enfermedades, me centro en brindar herramientas y conocimientos que permitan a las personas tomar decisiones informadas sobre su salud y sexualidad, evitando intervenciones médicas excesivas o poco justificadas.

Esto contribuye a un enfoque de cuidado centrado en la persona y en la prevención de intervenciones y daños innecesarios.

Respetar la autonomía y la capacidad de decisión de las personas es primordial y central en mi abordaje.

Implica proporcionar información clara y objetiva sobre los servicios que ofrezco y sus alcances y limitaciones.

Brindo el espacio y el tiempo necesario para que las personas puedan hacerme preguntas, expresar dudas e inquietudes.

Me aseguro de que las personas tengan información completa y comprensible sobre los procedimientos, tratamientos o intervenciones que pueden recibir, así como los posibles riesgos, beneficios y alternativas disponibles.

Este eje esencial en todas las etapas de mi trabajo ya sea durante sesiones individuales, consultas, clases o acompañamientos durante procesos como el parto.